TEXTO PUBLICADO PRIMERO EN INDEXANTE.COM
Desde el pasado viernes 14 de febrero, Día de San Valentín —porque nada dice “amor” como una nueva criptomoneda dudosa—, el presidente de Argentina, Javier Milei, se ha visto envuelto en una controversia tras promover con entusiasmo $LIBRA en su cuenta de X. En un post digno de un influencer cripto, Milei describió el proyecto como una iniciativa privada diseñada para impulsar la economía gaucha financiando pequeñas empresas y emprendimientos locales. Su respaldo presidencial generó un frenesí entre los inversores, elevando la capitalización de mercado a unos impresionantes USD 4.5 mil millones.

Pero, como en toda historia de amor financiero que empieza demasiado bien, la luna de miel no duró mucho. Horas después, $LIBRA se desplomó más rápido que la confianza en los políticos, cayendo a menos de US$1 y dejando a los inversores con la billetera vacía y el corazón roto. La volatilidad extrema y el colapso inmediato encendieron alarmas, y no faltaron críticos sugiriendo que el proyecto tenía toda la pinta de ser una estafa o, en el mejor de los casos, un esquema Ponzi disfrazado de «innovación».
Tal como sugiere Marta Peirano en su columna de El País, algo huele a podrido en $LIBRA:
Primero, tanto el dominio como la web parecían haber sido creados pocas horas antes del post de Milei. Segundo, era imposible verificar la procedencia del dominio. La información administrativa había sido ofuscada o estaba sujeta a alguna restricción impuesta por el registrador. Faltaba información básica, como el número total de unidades en circulación, los mecanismos de emisión y quema y las reglas de distribución. Esta información es importante para los inversores y se conoce en el mundillo como tokenomics.
Este ascenso meteórico y caída estrepitosa recuerda a las clásicas memecoins: criptomonedas cuyo único respaldo real es el hype y el FOMO colectivo, en lugar de algún activo tangible.
Ante la ola de indignación, Milei optó por la estrategia universal del borrón y cuenta nueva, eliminando su post en X y ofreciendo una disculpa con su sello personal: «No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión (por eso he borrado el tweet)». Según él, tras obtener más información, decidió retirar su apoyo, lo que en el mundo de las criptos es básicamente sinónimo de «sálvese quien pueda».
Pero borrar un tuit no borra un escándalo. El gobierno argentino ahora se ha visto obligado a lanzar una ‘investigación urgente’ para determinar si hubo participación de funcionarios en el lanzamiento de $LIBRA. La Oficina Anticorrupción evaluará si algún miembro del gobierno —incluyendo al propio presidente— jugó un rol más activo del que le gustaría admitir.
Por si faltaba drama, Hayden Mark Davis, empresario vinculado a Kelsier Ventures y uno de los promotores iniciales de $LIBRA, salió a denunciar una «traición» por parte de Milei, alegando que su equipo había prometido un respaldo firme al proyecto. La comparación con $TRUMP, la memecoin inspirada en el expresidente estadounidense, ya está en boca de todos, alimentando las sospechas de que aquí hubo más que un simple malentendido financiero.
Si hay algo positivo en este desastre, es que al menos ha servido como recordatorio de que invertir en memecoins es como jugar a la ruleta rusa con la billetera. Mientras avanza la investigación, el destino de $LIBRA y la profundidad del lío en el que está metido Milei siguen siendo un misterio.
















