Aunque Windows Vista fue lanzado en enero de este año, 11 meses después pude interactuar con una máquina bajo este sistema operativo por más de dos horas. Mi primo Esaú necesitaba con urgencia software para manejar hojas de cálculo y vino a mi casa con su laptop a pedirme ayuda.
Le recomendé instalar el Open Office, una suite ofimática que no tiene mucho que envidiar al Office de Microsoft. Cuando encendí su notebook, me di cuenta que tenía la versión Home Basic de este SO.
Ya había leído en la edición del 1º de noviembre de PC World acerca del reparo que tienen muchos compradores estadounidenses en adquirir computadoras nuevas con Windows Vista –prefieren Windows XP– o mudarse a este sistema operativo.
También recordé las quejas de un amigo que había comprado una PC de escritorio con Vista y una frase que dijo un periodista francés, tras una exposición en la que utilizó su Sony Vaio con este programa: “Vista es una merde”.
La verdad, pese a que solo utilicé este sistema operativo para hacer una sencilla instalación, decidí que, si necesito comprarme una PC nueva, haré que me la den con XP.
Había leído acerca del excesivo consumo de recursos de Vista, pero esto era el colmo. El encendido, carga del SO e ingreso al perfil tardó varios segundos. Cuando intenté abrir un explorador, esta operación también demoró, pese a que la laptop de mi primo es una HP, con un 1GB de RAM y un procesador Mobile AMD Sempron 3500+.
El Control de Cuenta de Usuario, una de las características de seguridad que incorpora el Vista, fue realmente molesto. Este sistema hace que algunas de las operaciones básicas necesiten de una confirmación previa del usuario para llevarse a cabo, entre ellas la instalación de programas.
La interfaz fue realmente lo más atractivo del Windows Vista, pero eso no basta para un usuario por encima del promedio como yo. Por lo pronto, le auguro una larga vida al XP en mi PC de casa.